miércoles, 17 de febrero de 2010

ESCALERAS

eran los botines galopantes de los juegos
arriba y abajo
soñando con el silencio tenebroso del pasillo
con lo que habría tras aquellas puertas grandes
blancas

junto al costurero abierto
por el que asomaban retales de futuros remiendos
o simples esbozos de bufanda para mi garganta
dormitaba mi abuela
pespuntando ronquido y cabezada

por aquel entonces las tardes eran los chicos el balón
abuelo en el fútbol que nosotros nos hacíamos en el garaje
mi hermano en otras casas y en otras cosas
mientras yo me dejaba perder lentamente en el letargo ocre
de la ventana del salón con mis muñecos y cuentos de la china

nunca me recuerdo solo

siempre andaban el tic tac del reloj junto a mis pasos
los geranios del balcón en los que orinaba mi miedo
las fotos del salón de mis antiguos como un mausoleo
las formas geométricas de las baldosas sueltas
las alfombras persas donde aparcaba mi morgan azul metalizado

el cuarto de mi tío y su kimono colgando en la percha
la lámpara de colores la linterna multifunción
las monedas de sus viajes la colonia y el espejo
los prismáticos al revés

el eco del almuerzo descansando en las paredes
y mis ojos puestos en aquella escalera de caracol
que llevaba a la azotea y sus desalojados palomares

ahora esos botines han vuelto a este domingo
después de tanto tiempo
y ese mocoso rubio que los calza
me está mirando tímidamente tras sus lentes
desde el umbral de la puerta
de esta habitación en la que escribo

© Javier Mérida