lunes, 4 de marzo de 2013

MALENCARADOS Y PUGILÁNIMES: UNA REFLEXIÓN SOBRE LA CRÍTICA.

"La envidia siempre es profeta en su tierra" —David Galloway

"No presten atención a lo que los críticos dicen. Nunca se ha levantado la estatua de un crítico" — Jean Sibelius.

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AVISO A LOS LECTORES:

Dentro de unos días asistirán probablemente a una cascada de comentarios al escrito que a continuación van a leer. Por ese lado, todo bien, mientras se haga valedero el lema que encabeza este blog, que es el de ser un órgano de expresión cultural independiente. Sin embargo, habrá también una serie de comentarios revestidos de una cierta pátina de encono y de veladas alusiones —aunque algunas no tan veladas, como verán—, a menudo insultantes y pretendidamente ingeniosas que no dejan de ser espejo de la petulancia, la prepotencia y la insidia que albergan muchos comentaristas que aquí tratarán de desplegar, con mayor o menor éxito, sus elocuentes diatribas. Verán como se irá caldeando el ambiente hasta el paroxismo y la extenuación verbal. Y ustedes, queridos lectores, se preguntarán: ¿y esto a qué viene? Pues bien. Os lo voy a explicar como pueda, pues hay cosas que, bien por ignorancia o por pura indeferencia, no he investigado ni contrastado lo suficiente como para dar pormenorizada cuenta. Me hago absolutamente responsable de las ideas aquí vertidas.

En caso de que todo lo anteriormente sugerido no suceda, pues mucho mejor, porque entonces seré yo quien incurra en el error de pensarlo. En cualquier caso, reitero mi responsabilidad y mi independencia sobre las opiniones aquí expuestas.

Un cordial saludo. 
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Hay palabras cuyo significado a lo largo del tiempo y uso terminan por decolorarse, perdiendo así toda su primigenia y esencial carga expresiva y activa. Una de estas palabras es "CRÍTICA". 

Etimológicamente esta palabra es una derivación de los términos del griego antiguo: κρὶνω, κρίνειν /krìnô, krínein/ "juicio, discernimiento". La crítica persigue el conocimiento de la verdad y el rechazo de lo falaz a través del análisis riguroso. El criterio desde el que se ejerce la crítica, en principio, tal y como yo lo entiendo, ha de basarse en un conocimiento real de las cosas con el único objeto de discernir lo que de verdad hay en un asunto, poniendo en evidencia lo falso. 

Hoy por hoy, algunos sectores que se consideran críticos, utilizan una metodología bastante sui generis en su ejercicio. Tanto es así, que en el claro divorcio existente entre lo constructivo y lo destructivo, la balanza se decanta casi siempre por esto último. 

La diferencia entre la crítica constructiva y la destructiva consiste en que la primera se basa en un juicio que propone, a través del despliegue de una serie de opciones, el restablecimiento de lo veraz en aras de un desarrollo positivo de la actividad que está siendo analizada. En cambio, la postura destructiva, siendo en según que casos también efectiva, impone un criterio que juzga no el acto, sino a la persona que lo realiza, sin ofrecer una alternativa clara para que esa persona adquiera un conocimiento veraz que le permita reconocer lo erróneo de sus actos. En la crítica destructiva se tiende a identificar el acto con la persona que lo realiza, diluyéndose así cualquier posibilidad de discernimiento y juicio veraz, con lo que la propia metodología destructiva de la crítica se contradice a sí misma en su ejercicio más básico.

El ejercicio de la crítica es un derecho. El de la crítica constructiva, una virtud y, a mi entender, una obligación. El de la crítica destructiva es una opción sí, por su puesto. Pero aquellos que la ejercen desde el parapeto de ese "derecho" fundamental a menudo no entienden, no sé si por incapacidad, o por molicie y falta de voluntad, que también ellos se ponen en el punto de mira cuando lo que pretende ser una crítica deriva en una sucesión de insultos (velados o no), difamaciones (fundadas o no) y soberanas muestras de un narcisismo y egos mal curados (reconocidos o no). Los mismos que, cuando son objeto de crítica con la misma metodología empleada, se ofenden o se sienten faltados al respeto. Me pregunto si, de hacer autocrítica, aplicarían también esa metodología crítica sobre sí mismos con el mismo "rigor" que cuando lo hacen con los demás. Padecen, por otra parte, una crónica confusión: identifican la crítica negativa con la destructiva. Con lo cual, al verse incapaces de discernir, se inhabilitan a sí mismos para ejercer ningún tipo de crítica, puesto que no es precisamente el discernimiento lo que persiguen, sino el desprestigio y la descalificación de la persona.

Me resulta tristemente habitual encontrarme en actos literarios en los que los invitados, por ejemplo, no se hablan entre ellos, algunos por desconocimiento mutuo, otros por haberse visto envueltos en desatinadas refriegas por una simple mala calibración y enfoque en la manera de ejercer una postura crítica, o por un simple comentario jocoso (que todos hacemos, nadie es más puro que nadie), que se torna malintencionado según quien lo reciba. Así, lo que comienza siendo primeramente una divergencia de tendencias ideológicas, necesaria e higiénica, termina por convertirse en un eterno rifirrafe que termina derivando en lo personal en las tripas de un inmenso uroboros de lenta digestión y alta toxicidad.

Con este artículo, voy concluyendo, pretendo no sonrojar ni señalar, sino prevenir al lector por si, vagando por la ingente cantidad de buenos blogs o foros, donde se ejerce una labor responsable y crítica en su justa acepción y aplicación, de repente se encuentran con grandes colecciones de exabruptos a tenor de un comentario al cual, según en qué foros, se le da una importancia capital, rayana en lo paranóico, jalonado de ramplonas y amarillistas argumentaciones que desprestigian por sí mismo el foro en cuestión, con el menoscabo que eso supone para el ánimo del lector y del escritor que tan sólo pretende formarse y no deformarse.

Sólo un último apunte. Aquellos que lean este artículo y se sientan referidos veladamente han de saber que no es mi intención faltar a nadie al respeto, sino mostrar una realidad que debemos cambiar y denunciar, y que el ejercicio de la autocrítica (que yo también ejerzo aunque no me guste), ha de destinarse a avanzar y no a quedarse apeñascado en un risco, graznando cual guirre en busca de otro nuevo pedazo de carroña en el que deleitarse.

Y como órgano de expresión independiente que es este foro, está a disposición de quien quiera ejercer el intercambio de ideas, con argumentos y con respeto, que es lo único que nos hace independientes. Lo demás, es pura basura disfrazada.